por Camila Duro
Me gustaría poder estar opinando de la temática de mortalidad materna de manera neutral, pero la polarización del tema me obliga por honestidad intelectual a tomar posición acerca de una temática tan sensible como la del aborto. El aborto no sólo mata al niño, sino que tiene reales chances de matar a la mujer.
El primer caso que tomo es Polonia. La historia del aborto en este país empieza en 1942 durante la ocupación nazi; estas disposiciones permitían a las mujeres polacas abortar voluntariamente mientras que estaba totalmente prohibido para las mujeres alemanas. La política del “perfeccionamiento racial” se valió del aborto para “descartar” a aquellos que no eran de raza aria.
Después de la II Guerra Mundial se declaró ilegal el aborto conforme a la Ley polaca de antes de la guerra. Por segunda vez se legalizó el aborto voluntario el 1956, por el dictador soviético Józef Stalin. Se restringirá nuevamente en el 1993 durante la democracia.
Al prohibirse el aborto comenzaron políticas públicas en simultáneo para el cuidado de la salud materno infantil y Polonia tiene una tasa de mortalidad materna de 3 por cada 100 mil nacidos vivos. Es decir, la mejor tasa del mundo.
Analicemos, más cercano a nuestra realidad, el caso de México, ya que es uno de los pocos donde se da una unidad socio-cultural y una diferencia significativa en materia legal y sanitaria. Cuando el DF aprobó el aborto legal durante el primer trimestre (2007), el resto de los Estados restringieron aún más el aborto en sus jurisdicciones.
Compararemos la Mortalidad Materna (MMR) y Mortalidad Materna por aborto inducido (AMR) del período 2002-2011.
Los Estados mas restrictivos comenzaron y terminaron el período de análisis con menor mortalidad materna y en promedio se ubican 11.3 puntos debajo de los Estados más permisivos.
A su vez, los Estados más permisivos tuvieron el doble de muertes por aborto inducido que los mas restrictivos, en promedio. Durante todo el período se observa una tendencia mayor en los Estados más permisivos.
Su conclusión es aplastante: La tasa de abortos y de mortalidad materna por aborto inducido baja por factores independientes y externos a la norma permisiva acerca del aborto.
Por último, analizaremos el caso de nuestro país hermano Chile que cuenta con una de las tasas de mortalidad materna mas bajas del mundo y especialmente de Sudamérica, 15 cada 100 mil nacidos vivos.
En el año 1989 el aborto es fuertemente restringido en Chile. Del 1989 al 2009 la mortalidad materna por aborto inducido bajó en un 96%. Es decir, en sólo 20 años con una política restrictiva del aborto y avocándose a solucionar los problemas circunstanciales-ambientales que son causa de esta realidad, Chile logra ponerse a la cabeza del progreso en materia de salud para las mujeres.
Veamos entonces cuál es la realidad: El aborto legal también mata. La situación en nuestro país es la siguiente: En el 2016, 31 argentinas fueron víctimas del aborto provocado. Murieron a manos de inescrupulosos médicos o narcotraficantes que no les importó mancharse las manos con sangre.
Tenemos un caso muy cercano, en el 2015 el aborto legal en el hospital de Esquel, se llevó la vida de Keila Jones mediante un protocolo de Aborto No Punible. ¿De qué aborto seguro hablan? Keila murió por el misoprostol suministrado por la Dra. Estrella Perramón, médica generalista. Lamentablemente, Keila pasó a ser un número dentro de la estadística de mortalidad materna del Ministerio de Salud.
En segundo lugar, el misoprostol es una droga que no fue diseñada como abortiva sino que es su efecto secundario y que está en retroceso en el mundo. Según el Manual que distribuye la Campaña por el Aborto legal, seguro y gratuito, su administración por vía vaginal es recomendable y no tiene efectos adversos: ya en el año 2005 la Agencia Nacional de Seguridad de los Medicamentos francesa prohibió terminantemente dicha aplicación, especialmente combinada con la mifepristona ya que el riesgo de sepsis se vuelve altísimo.
A modo de conclusión señaló: en primer lugar, debemos desmitificar que la permisión del aborto solucionará o mejorará la situación en materia de Salud Pública.
Segundo, remarcar que el aborto es un fracaso social. Nosotros todos debemos comprometernos con la salud y los derechos de las mujeres. La solución se encuentra en el acceso a cuestiones sanitarias básicas como el agua potable, la educación de calidad, el acceso a la salud para cada argentina, el acceso a la planificación familiar, la reivindicación que nadie debe ser tratado como una cosa, y por ende, la educación debe promover relaciones amorosas y sexuales sanas: basadas en el respeto de la dignidad del otro; y por último en políticas de justicia y amistad social, que no nos lleven a juzgar y discriminar a la mujer embarazada o con hijos en ninguna circunstancia.
Tercero, el aborto legal sólo cambia de manos al responsable directo de las muertes por aborto inducido. El aborto pone un parche y pretende tapar con un chicle masticado la rotura del Titanic.
Cuarto, nos encontramos a casi 100 años del inicio de esta política de descarte iniciada por Lenin en la Unión Soviética en 1920: progresemos verdaderamente como sociedad buscando soluciones acordes a la ciencia y a la técnica del siglo XXI. Legislemos para la vida. Salvemos las dos vidas del fracaso social del aborto.
(*): Integra la ONG Frente Joven y es estudiante de Filosofía.